jueves, 29 de noviembre de 2007

SOÑÉ DESPIERTO


Robé tu alma y tu razón,
como un pobre bandolero,
con las armas más sencillas:
mi voz y mi amor sincero.

A la grupa de mi vida
descubriste un universo
de estrellas, lunas, pasiones,
ilusión y nuevos sueños.

Pisamos tierra de dioses.
Surcamos mares y cielos.
Sólos tú y yo, tantas noches,
nos sobraba el mundo entero.

Hasta que un día, inesperado,
me dijiste: ¡no te quiero!
¡se ha terminado tu encanto!
¡ya nunca tendrás mis besos!

Se rompieron mis esquemas.
Quedo mi corazón muerto.
Y cada día me pregunto:
¿seis años soñé despierto?


Noviembre 2007

domingo, 11 de noviembre de 2007

AQUELLA NOCHE


La noche que alguien te dijo
frases propias de un amante.
Palabras que a mi me hirieron
y tú aceptaste radiante.
Se me rompió la cordura
que atesoré hasta ese instante.
Pasé a ser indigno y cruel.
Tú la victima arrogante.
Creo que pensaste: ¡al fin!;
con la risa en tu semblante.
Alejándote en tu tren,
poco a poco más distante,
buscando alguna estación
donde otro espere anhelante.
De equipaje mis lecciones.
Destino algún nuevo lance.
Y en tu maleta escondidas
verdades que no contaste.


Noviembre 2007

viernes, 9 de noviembre de 2007

LLAMADME LOCO


Necios que nos llamáis locos
por no hacer lo habitual,
por negarnos a olvidar,
por no ser como vosotros.

Ilusos de amor fugaz
en vuestro mundo, dichosos.
Porque os miran otros ojos
y sentís felicidad.

Vivid el dolor de estar
ciegos, perdidos y solos
al perder ese mirar.

Sentid el corazón roto
y que el alma ya no está
porque fue entregada al otro.

Sin ser amados amad.
Morid al perderlo todo.
Y volvédmelo a llamar.


Noviembre 2007

MI LOCURA


Yo de héroe y tú de princesa
nuestras vidas rescatamos
de la rutina coherente.

Descubrimos con certeza,
cada vez que nos amamos,
que no era un amor corriente.

Quisiste que eterno fuera,
teniendo mi alma en tus manos,
y yo tuyo hasta la muerte.

Años de confesa amante
y arrebatos de ¡No te amo!
Que terminaban jurando:
¡Aunque mil veces te niegue nunca podría dejarte!

¿Que mente o que corazón,
amándote sin remedio,
viviría en tal misterio
conservando la razón?


Noviembre 2007

PERDERTE


¡Duele!
Desgaja, rasga, mutila,
con la arista del rencor
abriéndome desde dentro.

¡Ciega!
Trepana, embota, enloquece,
con el estilete agudo
del dolor que se me adueña..

¡Ahoga!
Estrangula, trunca, siega,
con el filo tenebroso
del sonido del silencio.

¡Condena!
Encastra, clava, atenaza,
como clavos oxidados
cangrenando mi final.

¡Rinde!
Destrona, arrasa, subyuga,
con las agujas de hielo
que cubren mi corazón.

Y ¡MATA!


Octubre 2007

jueves, 1 de noviembre de 2007

NUEVA VIDA

Entré en el dormitorio llevándola en mis brazos. Llevaba tiempo pensando en hacerlo y hoy sería el día.
La dejé sobre el mullido edredón y me detuve a mirarla en silencio. Lentamente la abrí pensando en lo que me esperaba. Fue muy fácil hacerlo pero ahora me esperaba lo verdaderamente delicado.
Me dispuse a depositar en ella todos mis sueños, mis ilusiones y, ¿por qué no decirlo?, parte de mi alma. Sabiendo que de ese modo sólo ella y yo los compartiríamos. Una y otra vez llegué a su interior con sumo cuidado sintiendo como le entregaba mi vida.
Al terminar observé que no había podido evitar que mis lágrimas cayesen sobre ella empujadas por la incertidumbre y la pena de no saber que ocurriría a partir de ahora.
Y me encontré abatido, tumbado a su lado, sabiendo que sería incapaz de no volver a ella un día. Tal vez cuando fuese capaz de dominar esas lágrimas rebeldes.
Me levanté, la puse en un altillo del armario y me dispuse a empezar una nueva vida.


Octubre 2007

EL VIAJE

Por los altavoces una voz informa de la temperatura que tendrá que soportar dentro de escasos minutos, 40 º C. A su lado una mano de mujer se aferra crispada al brazo de la butaca, lo que despierta en su interior el deseo, que reprime, de sujetarla con la suya para trasmitirle seguridad..

De nuevo la voz informa – Recuerden adelantar sus relojes una hora para adaptarlos a la hora local --. Al hacerlo repasa la pantalla de su reloj sintiendo un ligero escalofrío, 16:45, Mon 07:07:08.

Tras la llegada, y los interminables minutos esperando su equipaje, avanza por entre la gente que deambula inquieta en todas direcciones. Algo le hace detenerse frente al cristal de una de las tiendas. Frente a él un expositor de golosinas y entre ellas un perfecto corazón rojo de caramelo.

Entonces repara en la persona que difusa se refleja en el cristal y se dice a sí mismo – Que desmejorado te veo. El tiempo no perdona -- . Sobre su imagen la de un gran cartel “WELCOME TO CRETE”. No puede evitar cerrar los ojos y durante unos instantes, sobre el bullicio que le rodea, cree escuchar una voz femenina -- ¿Qué haces aquí…. Solo?.

El corazón le salta en el pecho. La pesada mochila cae de su mano. Se vuelve con los ojos brillantes y, entre cientos de personas, él sólo ve…. “Su soledad” .


Septiembre 2007

SIN TI

Paseaban por la orilla, como muchas otras parejas, compartiendo sus sueños. Una inmensa luna llena reinaba en el cielo estival plagado de estrellas cubriendo con su manto plateado la superficie del mar con el que parecía querer fundirse.

Sus pies se dejaban acariciar por el suave ir y venir de las olas. Tenían la sensación de
encontrarse solos en un mundo idílico.

Avanzaban, pausadamente, con la mirada entregada a la contemplación de sus ojos. Las manos entrelazadas eran el puente que comunicaba sus cuerpos. Unidas en un contacto perfecto, firme y a la vez delicado, que les proporcionaba seguridad, relajación y la entrega propia de un par de enamorados.

Aquellas manos. Cuantas veces acariciaron su pelo, su cara, sus labios y su cuerpo entero. Nunca olvidaría esas manos, finas, elegantes, cuidadas, propias de una princesa.

- ¡¡ Próxima parada Manaos !! - La voz del conductor lo saco de sus pensamientos.
Jamás habría imaginado que él, un hombre sedentario y amante de la vida cotidiana, se
encontraría un día en el corazón de la selva amazónica.


Cuando Maite le comunicó que partía a un recóndito lugar del mundo, con el propósito de dedicar su vida a ayudar a los indígenas del Amazonas, sintió que la tierra se abría bajo sus pies. No sirvieron de nada las súplicas para que reconsiderase su decisión.

- Mi niño, solo serán un par de años – Le explicaba secando con sus manos el llanto que él no podía contener.- Necesito hacerlo para sentirme libre. Nuestra situación me tiene agobiada y solo será un tiempo – Fueron las ultimas palabras que ella pronunció ,antes de cruzar la puerta de acceso a la T-7 para embarcar en aquel enorme avión que la llevaría a miles de kilómetros de distancia. Y con ella su vida.

A pesar de su aparente indiferencia, ni un solo día pudo abrir los ojos sin que ella fuese su primer pensamiento. Y ya habían pasado dos años y medio.
Todo el tiempo de su ausencia, con la máxima discreción, se mantuvo informado de cómo se desarrollaba la actividad de cierta ONG en Brasil. Así pudo enterarse de los problemas de salud acaecidos a los miembros de la misma por una misteriosa y mortal enfermedad. Y también llegó a sus manos una carta de Maite Vergara, donde le pedía que se olvidase de ella y no esperase su vuelta.

Después de meditar, durante un par de días interminables, se decantó por una de las dos posibilidades que tenía ante sí. Ganó la opción del corazón a la lógica del sentido común. Enfrentarse al riesgo de contagio, y con ello de morir, pudo más que pensar en seguir vivo y no volver a verla. Todo ello contando con que ni siquiera podía saber si llegaría a tiempo de encontrarla.

Las tortuosas y embarradas calles le llevaron hasta la dirección que le indicaron en España. Se encontró ante un destartalado edificio, prácticamente una ruina, pero que en aquel lugar podía considerarse casi un lujo. Puertas y ventanas brillaban por su ausencia, la pobreza era evidente mirase donde mirase y lo que sus ojos encontraban a su paso no lo tranquilizo en absoluto. Eran personas, demacradas, sin expresión y que deambulaban por aquellas estancias como auténticos fantasmas. No se trataba de lugareños victimas de aquella epidemia. Aquellos eran los colaboradores altruistas que estaban dejando sus vidas por luchar contra las miserias del mundo. Esas miserias que le arrebataron un día el motor de su vida.

- ¿La señorita Vergara? -. Preguntó a una mujer que lo observaba desde el fondo de un cuartucho desvencijado y sin apenas mobiliario.
- Tercera puerta de la derecha -. Le respondió con un hilo de voz mientras levantaba uno de sus brazos, extremadamente delgados, indicándole el pasillo.

La tercera puerta no estaba a más de cinco o seis metros, y hasta allí llegó su pregunta. Su voz, que no paso desapercibida para alguien que trabajosamente se levantó de una rudimentaria cama. Para alguien que trató de peinarse con las manos y recomponerse un vestido completamente arrugado en un intento por sentirse atractiva en aquel trozo de infierno. Para alguien que apenas se mantenía en pie y tuvo que sujetarse con las dos manos al marco donde una vez pudo haber una puerta.

En el pasillo, unos ojos brillantes dejaron escapar una lágrima que, tras resbalar por la mejilla, fue a estrellarse contra el suelo de cemento.

No necesitó más prueba que aquella. Aunque la enfermedad había consumido la tersura de la juventud, aquellas manos seguían conservando el porte de princesa y la delicadeza que tanto lo enamoraba. No le importo, ni quiso pensar en nada más. Detrás de esas manos él sabía quien lo esperaba. No regresaría vivo si no era con ella

En el silencio de aquel patético lugar, apartado del mundo que a el le daba seguridad. Nadie pudo escuchar las palabras que sus labios deseaban pronunciar. Palabras que unos
dedos temblorosos escribían sobre la piel de su rostro con regueros de tinta incolora y salada. Palabras que retumbaban una y otra vez en sus corazones agitados mientras sus manos se unían de nuevo. - ¡¡ No puedo vivir sin ti !! . ¡¡ No quiero vivir sin ti !!.


Marzo 2007

LÁSTIMA

Nadie parecía prestarle atención. Tumbado en aquel rincón mientras el tiempo pasaba lentamente. A pesar de no ser ya joven seguía conservando el aire deportivo que su físico siempre había tenido. Solo un pequeño detalle mostraba externamente la razón que lo había llevado a ese lugar: sus ojos mostraban una mirada triste y abandonada.

-¿Señor Hortelano? – dijo una voz desde el otro lado de la mesa.— El aspecto físico de Héctor es inmejorable, - La apatía y ese comportamiento de no comer ni permitir que nadie se acerque a su comida es algo que solo él podría descifrarnos. Lástima que no pueda hablar.

Mientras abandonaba aquel lugar la misma voz volvió a escucharse -- ¿Hola Circe? ¿Cómo está mi princesa ? – Un aroma inolvidable inundó sus sentidos. El corazón le dio un vuelco. Levantó la cabeza el tiempo justo para verla pasar frente a él. Una preciosidad de pelaje rubio y brillantes ojos verdes que no dejaban de reflejarse en los suyos.

Héctor hizo ademán de acercarse a ella descubriendo que quedaba retenido por algo que rodeaba su cuello. Frente a él quedaba aquella puerta que se cerraba y sobre la que podía leerse “Clínica veterinaria-especialidad en psiquiatría animal”.

Por unos instantes los ojos de Héctor habían dejado de ser tristes, pero……lástima que no podía hablar.

Marzo 2007

REGALO NAVIDEÑO


Luces intermitentes, de variados colores, desvelaban el brillo acuoso de aquel par de pupilas que mostraban a su dueño el ambiente festivo de la calle peatonal, engalanada
desde hacía semanas siguiendo la tradición.

Las voces y sonidos habituales tenían un fondo de alegría y fiesta que contrastaba con el frío reinante ayudando a crear esa sensación de felicidad compartida en la que afloran los buenos sentimientos y se regalan sonrisas sin condiciones.

En sus manos, arrebujadas en el interior de los bolsillos de su plumífero, la sensación de necesitar aferrarse a algo y no encontrarlo. Algo que no solo buscaban sus manos y cuya falta justificaba sobradamente aquella expresión de su rostro nada acorde con el ambiente que lo rodeaba.

Grupos heterogéneos se arremolinaban aquí y allá rodeando mimos hieráticos de figuras mitológicas, vendedores ambulantes de todo tipo, puestos de figuritas y adornos adecuados a las fechas. Tiendas, cafeterías y todo tipo de establecimientos apuraban las horas de apertura dando con sus reclamos y escaparates más luminosidad y sensación festiva a la noche.

Sus pasos, lejos de acompasarse a los de la mayoría de la gente, avanzaban a un ritmo más elevado buscando salir de aquel entorno. Realmente no odiaba ni menospreciaba toda aquella algarabía. Más bien al contrario. Sentía la necesidad de disfrutarla, lo que le producía una sensación de añoranza.

Al alcanzar la puerta de su apartamento no supo realmente si se sentía aliviado de dejar atrás aquel ambiente o lo prefería a lo que el calor atractivo de aquella casa le ofrecería cuando cerrase la puerta tras él. Aún así cumplió con la rutina habitual -- ¡ya estoy de vuelta! --. Una voz le anunció desde el fondo -- ¡vamos, la cena está a punto! --. Pensó en lo que acababa de dejar en la calle y se preguntó cuándo y dónde se perdió la ilusión. Se sentó al borde de su cama. Abrió la bolsa verde de una conocida librería que todo el tiempo había llevado en su mochila, sacó el paquete que contenía, lo acarició con sus manos y volvió a aparecer ese brillo acuoso en sus ojos a la vez que se dibujaba una sonrisa en su rostro mientras sin pronunciar una sola palabra pensó en cuanto desearía poder ser, él mismo, aquel ¡regalo navideño!.


Diciembre 2006