Me quema la piel que habito
como un sudario de hielo,
mortaja por ti tejida
con las agujas del tiempo.

Me aprisiona mi existencia,
sarcófago traicionero,
donde grabaste a cincel
nuestros mejores momentos.
Aparentemente vivo,
cuando por dentro estoy muerto,
llega la luz a mis ojos
que no devuelven reflejo.
Pero me llegan noticias
desde donde estás, tan lejos.
Dicen que ríes como antes,
que el mar aún riza tu pelo.
Y aunque el infierno me llama,
como una amante en secreto,
se me avivan las cenizas
de este mundo al que me aferro.
noviembre 2011