En tu nombre vive el agua
y en ese mar tuyo y mío
el trirreme de mi voz,
en su inefable destino,
con su espolón siempre al sur,

sin la cera en mis oídos,
retando a cualquier cordura
se quebró en el desafío.
Valió la pena el naufragio
en las olas de tus rizos,
del Zéfiro sentir celos
si te surcaba atrevido,
el ahogarme entre los besos
que sembraste en mi camino,
ver tus ojos destintarse
al ver llorar a los míos.
Barco hechizado seré
en un sueño peregrino
hacia la orilla de tu alma
sin más remo que yo mismo,
sin más vela que mi piel
suplicando tus suspiros.
Dos amores, tu y el mar,
para un corazón-navío;
uno arrulla sus silencios,
el otro lo echó al olvido.
Octubre 2010
Dedicado a quien hizo llegar a mí esta maravilla que escuchais, con el mar de fondo, en las voces de Dulce Pontes y Andrea Bocelli