sábado, 28 de abril de 2007

TU AUSENCIA

En los días de tu ausencia,
túnel gélido y eterno,
mi vida vaga senderos
que descienden al infierno.

Cada segundo se clava
a mi piel como un tormento,
trepan mi cuerpo las horas,
aumenta mi desconcierto.

Me falta la luz, el aire,
no está en mi vela tu aliento,
y en esta negra tormenta
no encuentro abrigo en tu puerto.

Se aletargan mis sentidos
rechazando hasta el sustento;
si se está muriendo el alma,
¿para qué quiero este cuerpo?.

Sólo salgo de este trance
si me aferro a tu recuerdo,
cuando vuelvo a ver tus ojos
soñando incluso despierto.


Abril 2007

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Por el título del blog esperaba encontar otra cosa. Pero me ha sorprendido gratamente.
Este poema me ha hecho recordar mi paso por una situación semejante.
Lo has descrito tan sencillamente y tan profundo que me has robado las primeras lágrimas del otoño.

Anónimo dijo...

Un poema triste que finaliza con un resquicio a la esperanza.
Leer estas cosas nos invita a no dejar de soñar ni despiertos. Mejor soñar que caer en ese trance de mo querer vivir.

Pigmalión dijo...

Casandra, siento haber sido el causante de esa primera lágrima.

Gracias por compartir un sentimiento.

Pigmalión dijo...

Una gran verdad, anónimo. Pero no controlamos nuestros sentimientos, nuestros sueños y menos aún esos trances que nos hacer caer en el desespero cuando menos lo esperamos.

Gracias por detenerte a leer y comentar.

Anónimo dijo...

... mi vida vaga senderos que descienden al infierno...

Cada instante que él falta, es así.

... si se está muriendo el alma,
¿para qué quiero este cuerpo?.

Tal vez, por si vuelve a mí.

Por eso mismo me "aferro" al recuerdo... por si pudiera seguir siendo posible.


Te entiendo.

Pigmalión dijo...

Suerte la tuya, psique, que aún puedes esperar ese pudiera.

Anónimo dijo...

pigmali�n... es mi �nica forma de sobrevivir... pensar que a�n es posible.

tiene que serlo, sino... no pude el coraz�n.

Anónimo dijo...

Luz, calma y consuelo


Hubo un tiempo
en que la luz
que quiebra las tinieblas
me la encendiste tú.

Hubo un tiempo
en que la calma
que sigue a la tormenta
me la entregaste tú

hubo un tiempo
en que el consuelo
que alivia la tristeza
me lo prestaste tú.


¿Por qué hoy
las tinieblas, la tormenta y la tristeza
me los has devuelto tú?

Vuelve, amor, vuelve a mi lado.
Se de nuevo luz, calma y consuelo
y no niegues, amor, que me has amado
y que en mis brazos
luz, calma y consuelo,
amor profundo, fuiste tú.



Pigmalión... si la aceptas, esta pequeña poesía creo que viene al caso... es un pequeño presente, porque creo que sé como te sientes...

Pigmalión dijo...

psique.
Todo lo que quieras aportar ahí quedará.
Gracias.