sábado, 31 de enero de 2009

INCREÍBLE


¡Increíble!. Me diría,

cualquier sensata cabeza
amueblada de razones,

rebatiendo con teoremas,
con fórmulas y tratados,
las demencias de un poeta

que afirma: escribir en aire,
o con su voz, sin fonemas,
recitar lo que sus ojos,
cerrados tras las cancelas
de sus parpados sellados,
roban a la inmensa hoguera
que, crepitando ante él,
todos sus recuerdos quema
sin consumirlos jamás.

¡No es creíble esa condena!



Enero 2009

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin vuelves a casa, con las cenizas incombustibles de tus recuerdos... Son parte de la vida, Corazón. Sólo los amnésicos carecen de recuerdos. Es cierto que, a veces, queman y abrasan, como decía aquella romanza:
"En amores no vale apagar la llama, que las cenizas muertas queman y abrasan"...

Un hermoso y sensible poema.

Se te echaba de menos, poeta.

Un beso,
V.

Emilio Muñoz dijo...

No podríamos admirar la mágica e incorpórea belleza de las llamas si no entregáramos a la destrucción algo de nosotros mismos. Y diría más: más hermosa es la llama cuanto más precioso es lo que nos arriesgamos a quemar… cuanto más nos arriesgamos a vivir… y a morir…

Excelente poema… excelente meditación… excelente poeta. Y tu caso un lujo… y tu música una bendición.

Gracias.

Pigmalión dijo...

Anónimo, V

Ésta que pudo ser mi casa un día hoy es practicamente una buhardilla donde subir de vez en cuando a deshojar recuerdos polvorientos y a mirar ese horizonte, donde se juntan los azules, desde la ventana que me abre el sonido de un mar tan especial y la música que lo acompaña.

Seguramente este lugar esté lleno de cenizas candentes y yo, irresponsable, vengo siempre descalzo por si las olas hubiesen dejado algo en la orilla.

Encontrar palabras amigas ayuda a encontrar la salida.

Gracias.

Fran

Pigmalión dijo...

Suri

Tu reflexión es mucho más acertada que mi meditación.

Tu visita a este lugar un auténtico acontecimiento para mí.

Todos tus excelentes un derroche que no estoy seguro de merecer.

Gracias a ti.

Fran

Emilio Muñoz dijo...

Por supuesto que mereces mis exiguos elogios, Pigmalíon. Esta casa tuya es un auténtico palacio lleno del espíritu joven y recio de la antigüedad mediterránea.

Y este palacio tuyo tiene sólidos cimientos sobre los que construir nuevas miradas y nuevas sensaciones. Construir sobre lo ya construído, que nada del pasado nos es ajeno. Muy al contrario, ilumina nuestro presente y nuestro futuro.

Un gran abrazo, amigo.

Pigmalión dijo...

Suri

Tus palabras se me hacen difíciles de compensar sólo con un escueto gracias.

Pero sobre todas ellas la última.

Un abrazo, amigo.