Anoche dormí desnudo, impotente.
Mi piel se contrajo sintiendo ese frío,
que provocó en ella el otoño tardío
portador de viento y lluvia inminente.
Echo hoy en falta mi faz sonriente.
Al abrir mi pecho lo encuentro vacío,
entendiendo al punto porque no sonrío
y evoco los días que estabas presente.
¡Cuanto deseaba tenerte conmigo!,
¡cuanto deseaba tu piel perfumada!,
y llega el otoño y no tengo nada.
Mi amor es perenne y no te da abrigo,
tiene que regarse con agua salada,
y en sus hojas ya no estas cobijada.
Te veo alejarte y me creo un mendigo
calado en el parque en fría madrugada,
desnudo dormí, y mi alma esta helada.
Septiembre 2006
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