Se ve mi alma atrapada
entre Caribdis y Escila.
El mar moja mis pupilas
y me aturde la mirada.
Quiero entender a la sibila,
borrar la duda callada,
en mi corazón bordada
por Eride cuando hila.
Y si naufrago por necio,
porque no fui confiado
y ahora ya soy un pecio,
me queda pagar el precio,
de que, sin ser olvidado,
haber perdido tu aprecio.
Septiembre 2006
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