sábado, 17 de marzo de 2007

UNA MANO EN SU CADERA

Rememorando mi vida,
vuelve una tarde a mi mente,
ella esperando impaciente
con la ilusión contenida.


Aquel cruce de miradas,
con el tiempo detenido,.
preámbulo presentido
para ilusiones soñadas.


Experiencias novedosas,
desahogos sin pudores,
intercambio de sudores,
incluso baño de rosas.


Pero supera una cosa,
incluso a las más sabrosas,
seductoras, primorosas.
Una imagen muy hermosa.


Aquella sencilla escena,
de una mano en su cadera
cuidando que ella durmiera.

Y en mi almohada su melena.

Octubre 2006

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me llamó la atención el título y terminó por ser el final lo que me ha gustado más.
Un poema sin demasiadas pretensiones que me deja buen sabor de boca.

Pigmalión dijo...

Nunca pretendo nada más que dejar ver sentimientos y ya me conformo con dejar ese sabor.

Gracias, la sinceridad siempre es bien aceptada.